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Un empujoncito de ilusión

Surtido Velas

‘Hola abuela, tú… Cuantos años de número cumples?’ Así empezaba la conversación teléfonica de la nieta de tres años llamando a la abuela el día que esta celebraba su cumpleaños. Y no quería cotillear los años que cumplía, su pregunta era para buscar entre su amplísima colección de velas, la que mejor le venía.

Este post no va de contaros batallitas de los bombones (que también), si no sobre todo, de hablaros de la importancia que tiene el involucrar a los niños en todas las cosas que hacemos cada día. Se lo pasarán pipa porque les sacamos de la rutina, y nosotros también, viéndoles. Y el cumple de la abuela que fue el otro día, me ha parecido un buen ejemplo para contaros y que veais lo que quiero decir.

‘Es que no sé si voy a tener vela de ese número’, seguía la conversación (viendo que era posible que tuviésemos un problema). La tuve que convencer después de que seguro, pero seguro segurísimo, que con alguna de las suyas también le valdría. ¡Imaginaros, abuelita iba a tener para elegir un uno, un dos, o como mucho un tres para su cumple! ¡Como para no estar contenta con la idea! El viernes por la tarde ya estuvimos planeando todo lo que haríamos antes de ir a casa de los abuelos. Teníamos el regalo, pero aún quedaba lo más importante: terminar el dibujo de la abuela pensando bien qué colores usar y, más importante aún, buscar la vela que mejor ‘pegase’ con los años que cumplía. Una mañana de sábado por delante, bien completita.

No os he contado, que las velas de cumple de Bombón1 se guardan celosamente todo el año, y las vamos llevando a todos los cumples de la familia. Ella, lo primero que piensa cuando va a uno de nuestros cumples, es en dejarnos su velita. Hay una especie de tradición en la familia: tita Charo regala la vela de Bombón1, y luego esta rula por un año por todas las casas.

Entusiasmar un poco a los renacuajos es algo muy simple de hacer, porque enseguida entran al trapo!  Se puede encontrar algo para cada situación, es fácil. En el caso de los cumples de los abuelos, os aseguro que por ver la cara de complicidad de las dos partes, merece la pena. El sábado desde que nos levantamos, estuvimos super nerviosos, y no veíamos el momento de hacer entrega del regalo, del dibujo, de la vela… ¡Tantas cosas! ¡Menos mal que todo estaba controlado, preparado al detalle, y salió redondo!

Seguro que vosotros teneis buenas historias que surgen de pinchar un poco a los peques para exprimir momentos al máximo.

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