Seguro que has jugado alguna vez al juego de las sillas (yo le llamaba así, lo de ‘sillas musicales’ me parece rimbombante)… aunque puede que de la manera que te voy a enseñar todavía no. Esta manualidad es de esas que me gustan porque es mega sencilla, lo pasamos genial haciéndola, y después se queda con nosotros para disfrutarla dentro y fuera de casa. Igual que la oruga glotona, la diana de fieltro, o el juego de policías y ladrones… por deciros sólo alguno de los juegos que han desfilado ya por el blog. ¡Si es que nos lo pasamos pipa!
Hace mucho tiempo, en una de esas salidas a comprar en las que no se puede apagar el ‘modo’ manualidad, me traje a casa unos salvamanteles de corcho con la idea de transformarlos en algo diferente. Aunque no tenía ni idea de en qué se convertirían, se vinieron a casa a esperar su momento.
Pensé que como discos para jugar a las sillas musicales, podrían funcionar muy bien en casa, en el campo, o en la playa. Perfectos para cuando se junta un grupo de niños. Con la idea en mente, sólo quedaba pensar cómo decorarlos. Con una manita de pintura seguida de una capita de barniz, quedarían estupendos. Recorté en un cartón un par de círculos para hacer unas palntillas.
Los recortes van a servir para hacerte idea de cómo quedarán nuestras ‘sillas’. El único secreto si es que puede llamarse así, es que no los coloques concéntricos. Verás que el efecto que queda al final, es muy chulo.
Piensa un color para cada uno, y ya está. ¡Todo listo para empezar a colorear! Puedes usar pintura acrílica. Si les explicas a los peques como pueden ir aclarando los colores ellos mismos con pintura blanca para degradar los tonos, seguro que les encanta probar. Cuando esté seco, que será muy rápido, sólo queda usar una mano de barniz. Esto las hará bastante resistentes, y perfectas para poder jugar en el exterior. ¡Que hace buen tiempo, y apetece muchísimo! Bueno, y si se pone a llover, ¡pues nos quedamos en casa!
Hago un inciso para decirte que aunque la pintura ya haya secado, necesitan un poco de tiempo para dejar de ser algo pegajosos. No pasa nada, ya no mancharán ni la ropa ni el suelo. Se puede jugar con ellos, pero no los guardes apilados para que no se peguen unos a otros. Después de unos días ya no hará falta tener tanto cuidado.
Todo listo para jugar. Podemos hacer todas las sillas que nos apetezca, y prepararnos para un grupo tan grande como queramos. En la foto ves el juego preparado para seis. Sólo falta que suene la música, y poner a toda la chiquillería a dar vueltas alrededor de las sillas. Cuando la música pare, a buscar asiento. Hay que sentarse en el suelo, ¡cuidado con esos culetazos!. El que se queda sin asiento se elimina del juego, y se retira una silla para poder seguir jugando con los demás. Se va repitiendo hasta que nos quedamos con un único ganador!
Espero que te lo pases muy, muy bien en casa con la manualidad de hoy. Cuesta casi más escribirlo, que hacerlo. Es tan fácil, tan fácil, que merece la pena darle una tarde un poquito a los pinceles. ¿No crees? ¡Ánimo, y cuéntame qué tal!